jueves, 16 de diciembre de 2010

Altamirano Orrego, y el Profeta Moisés


Carlos Altamirano Orrego, ex senador de la republica, ex presidente del Partido Socialista y uno de los políticos más siniestros de nuestra historia, en su vida ha llegado hasta lo más increíble.

...en el lbro “Allende el fin del mito” de Víctor Farías. En la página de la Librería Antártica se incluye la crítica de La Segunda que termina con estas palabras: “El caso emblemático es un escrito del entonces secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano, que puede calificarse como el texto antisemita más feroz escrito en Chile”.

Aún antes de la valiosa información extraída de las investigaciones del Profesor Farías ... sabia que Allende y su corte de bufones no eran filosemitas. En el caso de Altamirano, descendiente de la mas rancia oligarquía chilena no había razón para ser muy amigo de los judíos. Ni su casta ni su educación en el Colegio Alemán eran conducentes para ello, ni tampoco su trasformación en un rabioso marxista leninista, puesto que esta corriente siempre se mostró en enmiga de las religiones y del sionismo.

El Profesor Farías encontró este escrito en el libro de Eugenio Lira Massi “La cueva del Senado y los 45 senadores” publicado en Santiago en 1969, un año antes del triunfo de Allende. "Lira Massi que era socialista y no tenia por que mentir le pregunta a Altamirano cuales son sus mayores odios. Yo he entrevistado a mucha gente en mi vida, y esa pregunta no tiene cabida en mis cuestionarios, puesto que la corrección política nos exige reprimir emociones negativas. Muy diferente el ámbito socialista de la época cde Altamirano donde el odio era fundamental para una lucha de clases.

Altamirano enumera sus odios sin tapujos. En este orden, odia al “Paleta” Alessandri, a los conservadores y a los demócrata-cristianos. ¡Pero este gallo odiaba a más de medio Chile! Termina su lista de odiados con el Moisés bíblico al que califica de “viejo infeliz amargado e impotente que ya no se la podía” (¿Habrá hablado con Sefora para decir con tanta propiedad que a Moshe Rabeinu no le funcionaban las gónadas?) Sigo citando “se subió a un monte, estuvo varios días reflexionando como fregarnos y luego se apareció con sus diez mandamientos ¡No fornicar! ¡No desear la mujer de tu prójimo! ¡No mentir! ¡No matar! …Le quitó de golpe y porrazo todo lo rico que hay en la vida. Habría que hacer un gran movimiento en contra de Moisés”.

Ese texto no es anti judaísmo, ni anti Moisés, ni siquiera es únicamente un ataque contra valores judeo-cristianos puesto que el Islam también se adhiere al decálogo. Ninguna religión decente aprueba el asesinato o la mentira. Y países como China y Cuba también castigan al ladrón, al asesino y son bastante rígidos en lo que concierne a la sexualidad humana. Basta recordar las persecuciones castristas a los homosexuales.
Lo que Altamirano declama es una teoría anárquica digna del Marques de Sade y lo que solicita en su diatriba es el triunfo del laicismo que vemos hoy en sociedades ateas y "progres". Sin embargo, al leer el texto sentí un poco de lástima porque estas sociedades llegaron cuando Altamirano es ya un octogenario que no puede disfrutar de lo que según él es lo “rico que hay en la vida” y en este caso no precisamente por culpa de Moisés (sic).

Este "burgués", nació en 1922, creció en un mundo rodeado de mucho dinero, tradición, y seguramente con muchas restricciones y reglas. Casado con una mujer muy culta y bellísima que guardaba un gran parecido a Greta Garbo, y que seguro no le aguantó sus leseras, Altamirano se enamoró a fines de los 60’s (época dela entrevista) de Paulina Viollier, diseñadora de modas, dueña de una boutique en Providencia, y separada de su marido. Tuvo que armarse de valor para abandonar su familia e irse con esta mujer que lo acompañó hasta su muerte y con quien sin embargo Altamirano dudo mucho antes de casarse.


Ahora se puede entender que es el amargado en todo este cuento, y no es casualidad que todos esta calaña de izquierdistas carguen complejos. Puse primeros en la lista los pecados de la fornicación y el adulterio. ¿Fueron esa amargura, ese remordimiento y esa represión los que lo hicieron tan inhumano, tan calculador, tan soberbio, tan radical y violento? Eso lo sabe él.

La pregunta sin embargo, porque todo un país ha tenido que pagar su precio, por causa de estos "líderes", revolucionarios de pacotilla, dispersadores y apologistas de una ideología intrínseca y profundamente perversa.

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