jueves, 16 de diciembre de 2010

"Discurso en el Teatro Caupolicán, (1973),

con motivo del acto de proclamación de candidatos del Partido Socialista chileno" Carlos Altamirano Orrego

DISCURSO EN EL ACTO DE PROCLAMACION DE LOS CANDIDATOS DEL PARTIDO SOCIALISTA CHILENO, REALIZADO EN EL TEATRO CAUPOLICAN
Carlos Altamirano Orrego
[10 de Enero de 1973]

Camaradas militantes y amigos del Partido Socialista.
Compañeros del Partido Federado de la Unidad Popular. Compañeras y compañeros:
Hay acontecimientos en la historia de la humanidad que cierran un capítulo y abren otro.
Son acontecimientos que cambian sustancialmente las estructuras, instituciones, sistemas, principios, conceptos, valores de vida de una sociedad.
En algunos países estos acontecimientos constituyen revoluciones propiamente tales. En tanto en otros marcan el comienzo de un proceso revolucionario.
Después de los históricos sucesos de 1810, después de las gloriosas batallas de Chacabuco y Maipú, y de la Declaración de la Independencia, ¡Chile nunca más volvió a ser el Chile de la colonia!
¡Nunca más volvió a ser el Chile de los encomenderos y de la esclavitud de indígenas y negros!
De la misma manera, y bajo cualquier circunstancia, ¡el Chile de hoy nunca más volverá a ser el Chile de antes de septiembre de 1970!
CAMBIOS IRREVERSIBLES
En uno y otro caso, Chile fue escenario de cambios políticos, económicos y sociales que han pasado a constituir cambios irreversibles.
Y esto tienen que tenerlo muy en cuenta los reaccionarios.
Los cambios ocurridos a partir de 1970 -igual que los ocurridos en 1810- están metidos en el cuerpo, en la sangre, en el espíritu de nuestra patria.
Aunque la reacción pudiera de alguna forma volver al gobierno, aunque se desatara la represión más violenta, aunque se instalara la dictadura más sangrienta, ¡nada ni nadie sería capaz de hacer retornar la Historia de Chile al pasado!
¡Nada ni nadie sería capaz de devolver el cobre, el hierro y el salitre a los monopolios norteamericanos!
¡Nada ni nadie sería capaz de devolver los bancos y las industrias que pasaron al área social!
¡Nada ni nadie sería capaz de devolver los 3.200 latifundios expropiados!
¡Nada ni nadie sería capaz de suprimir los Comandos Comunales de las ciudades, los Cordones Industriales y los Consejos Comunales Campesinos!
¡Nada ni nadie podría eliminar la creciente participación de los trabajadores en el control y vigilancia de la producción! En una palabra: la presencia activa del pueblo como actor central del proceso histórico chileno.
Los pueblos que son capaces de producir estos cambios generan una dinámica revolucionaria, una conciencia de clase y una voluntad de victoria, que hacen irreversibles esas conquistas.
UNA GUERRA DE CLASES
La Historia está llena de lecciones.
A través de ellas hemos aprendido que la historia de la humanidad es la historia de una permanente y continua lucha de clases. La lucha entre dos clases antagónicas: explotados y explotadores.
Primero fue la lucha de los esclavos contra los amos de la sociedad esclavista. Luego, la lucha de los siervos contra los señores de la sociedad feudal. Y en nuestra época, la lucha del proletariado y los campesinos contra la burguesía y el imperialismo.
Y esta lucha de clases es irreconciliable, es decir, no cabe, en ella conciliación ni coexistencia. Sólo termina cuando una de ellas asume el poder total. Así la historia sepultó a los esclavistas, a los señores feudales, a los reyes y emperadores de poder absoluto.
Y en los últimos 50 años, las fuerzas victoriosas del socialismo han barrido a los capitalistas en un tercio de la humanidad.
Esa es la guerra de clases que Chile está viviendo desde los tiempos de su primera independencia política.
Su continuidad histórica es innegable. Esta es una gran guerra de clases, llena de batallas, de victorias y también derrotas. Es una guerra no declarada. "Un Vietnam callado", como dijera el compañero Salvador Allende.
En la batalla electoral de septiembre de 1970 venció el pueblo.
El Gobierno Popular que emergió con esa victoria marca un nuevo e histórico paso hacia la conquista del poder total para los trabajadores.
En dos años, pese a las dificultades, hemos avanzado quizás no tan. rápido comp quisiéramos, pero tampoco tan lento como para alarmarnos.
LA BATALLA DE OCTUBRE
¡La Batalla de Octubre también la ganó el pueblo!
Durante los 26 días que duró el paro insurreccional de los empresarios, orquestado y financiado por el imperialismo norteamericano, se demostró una vez más que la mayor fuerza y la mejor garantía de este proceso, está en los trabajadores.
La Batalla de Octubre demostró lo que nuestro Partido ha reiterado una y otra vez:
La necesidad de confiar en las masas organizadas, de liberar su iniciativa creadora, de entregarles un poder de decisión concreto y creciente, de abrirles paso a su participación plena y efectiva, a todos los niveles y en todos los sectores.
Estamos conscientes de que el desarrollo y mantenimiento del proceso se sustenta en la fuerza de las masas organizadas. Estas masas organizadas estarán con el proceso, pese a todas las dificultades, en a misma medida que sus vanguardias políticas aseguren que el proceso sea realmente revolucionario. El contenido revolucionario del proceso es la única garantía de la estabilidad del Gobierno Popular.
REVOLUCIONARIOS Y REFORMISTAS
¡Las masas organizadas no van a estar con nosotros si conducimos con el enemigo!
¡No van a estar con nosotros si congelamos el proceso! ¡No van a estar con nosotros si nos quedamos en medidas reformistas!
Las reformas consideradas como un objetivo en sí, aisladamente, constituyen mero reformismo.
La propia Nacionalización del Cobre, por importante que sea, la Reforma Agraria, la estatización de la banca y de los monopolios, si sólo tuvieran ese exclusivo propósito, no serían medidas revolucionarias. El carácter revolucionario se determina cuando esas reformas están insertas en una estrategia global revolucionaria, que apunta a la sustitución de una clase por otra en el manejo y control de la nueva sociedad.
Esta concepción de estrategia general es lo que distingue a un revolucionario de un reformista.,
El reformista sólo aspira a producir meras reformas, lo que en la práctica significa preservar la esencia de la sociedad capitalista.
En la Batalla de Octubre, que tuvo un carácter revolucionario, la burguesía patronal se dio cuenta, sorprendida y aterrada, qué las industrias y el país pueden marchar perfectamente sin ellos.
Para los patrones ésta es una lección dura e inolvidable.
La Batalla de Octubre significó un nuevo enfrentamiento en esta guerra de clases antagónicas e irreconciliables.
LA CONTRARREVOLUCIÓN NO DESCANSA
Y en medio de esa batalla, las Fuerzas Armadas chilenas demostraron la sólida convicción constitucionalista y profesional de sus cuadros, y la honda raigambre popular que las caracterizan.
Desde septiembre de 1970, la contrarrevolución no descansa. En su estrategia hay una constante que no debemos perder de vista.
Esa constante es el intento sistemático y deliberado de utilizar a las Fuerzas Armadas para sus fines extra constitucionales, para desatar la guerra civil que la reacción busca con tanta ansiedad una y otra vez. No importa quién apareciera dirigiendo los planes sediciosos, las Fuerzas Armadas han sido permanentemente blanco de la provocación, el halago o el insulto de los conspiradores. Los ataques están dirigidos a la institución armada o a determinados altos oficiales.
En las últimas semanas hemos estado presenciando una virulenta campaña de injurias y calumnias contra el Ministro del Interior, general Carlos Prats. Esta campaña tiene mucha similitud con la que lanzaron contra el general Schneider en 1970.
Es parte del plan que ya está en ejecución: romper la marcha democrática del país, crear el caos económico, dividir a las Fuerzas Armadas, derrocar al Presidente Allende, desatar la guerra civil e instaurar la dictadura fascista.
En este conflicto de clases están cuestionados todos los principios, valores y estructuras de la sociedad capitalista: el Parlamento, controlado por una mayoría reaccionaria; el Poder Judicial, penetrado por la corrupción en muchos de sus ministros y jueces; la administración pública, bastión de la burocracia.
Está cuestionada también la moral burguesa, la educación clasista, la cultura capitalista, e incluso la paz social, tal como la entienden los capitalistas.
LA "PAZ SOCIAL" DE LOS CAPITALISTAS
La Derecha acostumbra á presentarnos como enemigos de la paz social.
Eso es una falsedad más. La verdad es que no queremos la llamada paz social de los reaccionarios, de los imperialistas.
¿Cómo practican su paz social los capitalistas?
Para ellos, lo ideal es la paz social que predica Nixon. Nixon, que pasará a la historia como uno de los grandes verdugos de la humanidad. Para Nixon la paz social puede subsistir simultáneamente con una dramática discriminación racial, con el saqueo al Tercer Mundo por parte de los consorcios yanquis, ¡con la agresión económica de la Anaconda y de la Kennecott a Chile!
Nixon habla de paz social mundial, mientras el más poderoso ejército del mundo capitalista masacra desde hace más de diez años al heroico e invencible pueblo de Vietnam.
Sólo en los últimos cinco años la aviación yanqui ha lanzado un total de explosivos sobre la zona norte y sur de Vietnam, Laos y Camboya, que equivalen a 800 bombas atómicas similares a la lanzada sobre Hiroshima.
Esa misma paz social está también presente en Asia, África y América Latina.
Ahí están sus 500 millones de hambrientos, que equivalen a la tercera parte de su población. Ahí están sus 40 millones de asiáticos, africanos v latinoamericanos que mueren anualmente de hambre. Ahí están sus 400 millones de cesantes. Ahí están sus 700 millones de analfabetos. Ahí están también los 2 mil millones de dólares en ganancias al año que los monopolios norteamericanos se llevan de América Latina.
Esta "paz social" es la que también quieren los reaccionarios para nuestro país.
Es la "paz social" de un sistema criminalmente injusto.
Aún tenemos 200 mil cesantes, la mitad de los que había hace dos años. Aún tenemos una mortalidad infantil muy inferior a 1970, pero todavía tres veces superior a la de los países desarrollados. Aún tenemos una mortalidad materna diez veces superior a la de las naciones industrializadas.
Aún tenemos medio millón de chilenos que carecen de viviendas. Aún tenemos una desnutrición que afecta a la mitad de los niños menores de 15 años.
¿Hay algún patriota chileno que tolere esa" dramática paz social?
¡No! ¡No aceptamos esa "paz social" basada en la explotación y la miseria!
LA SOLIDARIDAD DE CUBA
Según la Democracia Cristiana y el Partido Nacional, en Cuba se acabó la paz social.
Sí, camaradas, en Cuba no existe la "paz social" de los capitalistas. Pero ese pequeño y heroico país del Caribe, esa nación de patria y muerte, acaba de darnos una nueva lección de internacionalismo proletario, de moral revolucionaria y de fraternidad humana, que no ha sido y no será capaz de dar ningún país donde impera la "paz social" capitalista.
Ustedes saben que me estoy refiriendo a la donación de 40 mil toneladas de azúcar.
Este extraordinario gesto solidario es el fruto de la elevada conciencia revolucionaria del pueblo cubano. ¡Nuestros agradecimientos más emocionados al pueblo y a la Revolución Cubana!
LA VERDADERA PAZ SOCIAL
¡Sí, señores de la Democracia Cristiana y del Partido Nacional! En Chile, igual que en Cuba, también se está acabando vuestra paz social.
Porque nosotros estamos luchando por una verdadera paz, basada en la dignidad, la justicia, la igualdad, la moral revolucionaria, la democracia para todos, la desaparición de ricos y pobres.
No queremos esa paz que significó las masacres de El Salvador, Santiago, Puente Alto y Puerto Montt; las matanzas de campesinos en Frutillar y Los Angeles; los asesinatos del general René Schneider y el ingeniero agrónomo Hernán Mery; los 150 atentados terroristas perpetrados durante los días de octubre.
No queremos la paz que permite a ciertos magistrados condenar a cinco años de cárcel a un campesino por robarse un animal, y solamente a dos años a los culpables del asesinato de un comandante en jefe del Ejército.
En definitiva, no queremos esa paz social que encarcela injustamente campesinos en Loncoche y Melipilla, a los obreros de la fábrica Saba y a tantos otros.
LA PARTICIPACIÓN DE LAS MASAS
Camaradas:
Estamos ante una agudización creciente de la lucha de clases, que provoca una polarización cada vez mayor de todos los sectores sociales.
Hoy, no hay lugar para vacilantes, no hay lugar para reformistas..
Enfrentamos un desafío definitivo: ¡No se puede construir una nueva sociedad sin destruir la vieja!
Y para ello se requiere la conquista plena del poder a través de la lucha organizada del pueblo.
Las transformaciones estructurales programadas para el presente no pueden concebirse sin la participación consciente de las masas.
La transición hacia el socialismo sólo es posible si los trabajadores asumen el control del poder y conducen real y efectivamente los procesos económicos, sociales y políticos del país.
Estamos plenamente seguros de que el pueblo ganará todas las batallas que enfrente
Octubre es un símbolo de victoria y es también el anuncio de nuevos triunfos sobre la burguesía en cualquier terreno. El pueblo es invencible cuando está organizado, unido y se ha puesto en marcha bajo la dirección de sus vanguardias revolucionarias. De allí entonces la importancia de contribuir al fortalecimiento orgánico e ideológico de las masas: en los Sindicatos, en los Comandos Comunales, en los Consejos Campesinos, en los Cordones Industriales, en las JAP, en los Frentes Patrióticos, en los Comités de Protección y Vigilancia, en los Centros de Madres, en las Juntas de Vecinos.
LECCIONES DE LA BURGUESÍA
Durante la huelga insurreccional de octubre la burguesía dio una lección al saber convertir cada coyuntura en un arma de batalla en favor de sus intereses contrarrevolucionarios.
A cada suceso, por secundario que sea, le otorga un carácter político nacional.
Un problema de reglamento, como era el caso de la Radio Agricultura de Los Angeles, lo convirtió en una lucha por la libertad de expresión.
Un problema económico, como es el caso de la Papelera, lo convirtió en una lucha por la libertad de prensa.
Un problema local, como fue el caso del transporte colectivo de pasajeros en Aysén, lo convirtió en un problema nacional, y de los empresarios de camiones.
En cambio, nosotros no hemos sabido hacer lo mismo.
En el caso del Canal 9 de televisión sí que existe no sólo un grave atentado contra la libertad de expresión, sino también un atentado contra la libertad de trabajo.
Mediante un sórdido mecanismo, se pretende el despido masivo de todos los periodistas de ese Canal.
Pero eso no es todo. Se pretende reemplazar a esos profesionales por los más desprestigiados plumarios de la Derecha, como son los de "PEC", "Tribuna" y "El Mercurio".
Un caso similar al Canal 9 ocurrió con los trabajadores del diario "El Sur", de Concepción, y de "La Mañana", de Talca. Todos fueron lanzados a la calle.
Nuestro Partido ha expresado oportunamente su amplia solidaridad a todos los periodistas comprometidos con el proceso y exhorta a detener esta odiosa persecución mediante una activa movilización de los trabajadores.
Para la Derecha esta no es persecución ni represión.
Sin embargo, las sanciones administrativas adoptadas contra un grupo de altos funcionarios del Banco Central, que trataron de paralizar la máxima institución financiera del país, sí que es persecución, a juicio de los reaccionarios de la Democracia Cristiana y el Partido Nacional.
La estrategia de la Derecha -asesorada por la CÍA- es muy clara.
Entre sus cartas figura la "resistencia civil", el golpe sedicioso, el eventual cuartelazo, la fórmula refinada del derrocamiento de Allende a través del mecanismo de la acusación constitucional y -por último- hasta la guerra civil.
La burguesía tiene objetivos bien precisos para recuperar el poder perdido.
LA RESPUESTA REVOLUCIONARIA
A esos objetivos de la burguesía, los revolucionarios debemos oponer una estrategia que recoja las exigencias de poder que las masas organizadas ejercieron de hecho a través de múltiples formas, entre ellas, los Cordones Industriales y Comandos Comunales surgidos en la crisis de Octubre.
Durante esa batalla, la clase obrera emergió con singular firmeza y con una alta conciencia que le permitió derrotar a los patrones y aplastar la insurrección civil.
Pero además se trazó una perspectiva revolucionaria que en el proceso chileno no se había dado hasta el momento.
Por primera vez en la historia del país, los trabajadores tuvieron la totalidad de las fábricas bajo su poder.
Durante 26 días dieron una prueba elocuente de estar capacitados para asumir el control de la producción. Durante ese lapso superaron toda una etapa de este proceso. Dieron un gran salto hacia el futuro socialista de Chile.
CUANDO LA BURGUESÍA RECUPERA TERRENO
Sin embargo, debemos reconocerlo, el terreno perdido por la burguesía ante el empuje combativo de las masas trabajadoras lo pretenden recuperar a través de ciertas medidas burocráticas y administrativas.
La burguesía recupera terreno cuando obtiene que se reabra la Radio Agricultura de Los Angeles.
La burguesía recupera terreno cuando obtiene una desorbitada alza de precios para la Papelera.
La burguesía recupera terreno cuando los protagonistas del paro empresarial obtienen una alta cuota de neumáticos para distribuirla entre sus parciales.
¡La burguesía recupera terreno cuando comienzan a devolverse las industrias que estaban controladas por los trabajadores!
Ya todos estamos enterados de que la Derecha está ultimando los preparativos de un nuevo paro.
¿Qué están demostrando esas maniobras?
Nos están demostrando que la ofensiva sediciosa de la burguesía no la detendremos mediante concesiones, con transacciones, con repliegues que poco tienen de tácticos.
La burguesía sólo se detendrá cuando recupere todo el poder perdido ¡o cuando seamos capaces de aplastarla definitivamente con las masas organizadas!
Un testimonio de que la burguesía no se conforma con poco está en una declaración de Onofre Jarpa.
En la revista oficial de los jovencitos del Partido Nacional afirma textualmente:
"Nos interesa no sólo que haya un nuevo Congreso, sino que un nuevo gobierno".
Y en otro párrafo de la misma publicación dice que la Confederación Antidemocrática fue creada: "Para enfrentar a los monistas en cualquier terreno".
¡Respondemos: Bien, señor Jarpa, aceptamos su desafío! ¡El pueblo es capaz de derrotar a sus enemigos en el terreno que sea y como sea!
Pero cuando llegue ese momento, esperamos que el señor Jarpa no sufra los mismos trastornos digestivos que tuvo en su visita a la Universidad Técnica del Estado.
LA BATALLA DE MARZO
Camaradas:
Igual que en octubre, marzo será el campo de una nueva batalla en esta gran lucha, en otro terreno y con otras características, pero con similares objetivos.
Volveremos a enfrentarnos las mismas dos fuerzas de octubre. Debemos estar conscientes de que marzo será un combate extraordinariamente importante.
Marzo es una coyuntura clave y táctica en la estrategia de esta lucha por el poder para el pueblo.
Las vanguardias del pueblo chileno arriban a esta batalla electoral agrupadas en el Partido Federado de la Unidad Popular.
Nuestras banderas son comunes: un programa, una unidad, un largo historial de luchas.
UNA DEUDA CON EL PUEBLO
Es importante que al enfrentar esta campaña seamos profundamente realistas y profundamente autocríticos.
¿Qué queremos decir con esto? En primer lugar, queremos decir que en determinadas cuestiones estamos en deuda con el pueblo. Le debemos algunas explicaciones oportunas y necesarias.
Algunas veces ocultamos errores, debilidades y desaciertos. Otras veces las decimos a medias.
¡No, camaradas! ¡Esta no es una práctica revolucionaria! Al pueblo siempre hay que decirle la verdad, por dura que sea.
No temamos la verdad. Es un error suponer que la verdad puede debilitar el proceso revolucionario.
Por ejemplo, no tenemos derecho a ocultarle al pueblo cuando algunos funcionarios o interventores -incluso de la Unidad Popular- ¡no sólo metan los pies, sino que también metan las manos! Nuestro deber revolucionario es denunciarlos. ¡Denunciarlos y sancionarlos en forma ejemplar!
LA MORAL REVOLUCIONARIA
La moral revolucionaria debe estar presente con más fuerza que nunca en la conducta de cada militante de la Unidad Popular, especialmente de sus dirigentes.
El pueblo quiere ver en sus vanguardias a hombres, mujeres y jóvenes honestos, ejemplares e incorruptibles. ¡Vanguardias que sean dignas de la moral revolucionaria que encarnaran en forma tan elevada combatientes corno Camilo Torres como él Comandante Che Guevara!
¡Es inaceptable que la inmoralidad de un minúsculo grupo de individuos esté erosionando la imagen de la Unidad Popular ante los ojos del pueblo!
¡Nosotros, socialistas, no vamos a tolerar que sujetos semejantes estén emporcando las filas, la línea de este proceso!
LA UNIDAD DE CLASE
En segundo lugar, queremos reiterar que nuestra alianza con los partidos y movimientos de la Unidad Popular, hoy Partido Federado, debe estrecharse en vínculos aún más sólidos. ¡Sin sectarismos ni dogmatismos de ningún orden!
Hemos logrado conquistar una parte del poder, gracias a la unidad política de la clase trabajadora.
La unidad de clase es el pilar fundamental para hacer avanzar el proceso. Sin embargo, esta unidad también implica diferencias y contradicciones.
De lo contrario, seriamos un solo Partido, con una sola línea, con un solo Comité Central.
Nosotros, socialistas, defendemos nuestras concepciones estratégicas y tácticas frente al proceso chileno, continental y mundial. ¡Las divergencias con nuestros aliados deben ser resueltas de cara ante el árbitro supremo del proceso: los trabajadores, en leal discusión ideológica!
APOYO A NUESTRO PARTIDO
En tercer lugar, queremos manifestar con satisfacción que diversas fuerzas, de dentro y fuera de la Unidad Popular, se han identificado con las posiciones de nuestro Partido.
Esta identificación tiene en estos momentos una expresión práctica en diferentes sectores que nos han entregado su amplio respaldo para la batalla de marzo.
Nos ha brindado su franco y decidido apoyo una de las vanguardias del pensamiento cristiano y partido aliado en la Unidad Popular: la Izquierda Cristiana.
Nos han brindado también su franco y decidido apoyo un importante sector de sacerdotes y laicos que están reivindicando los auténticos valores del cristianismo: el Movimiento Cristianos para el Socialismo.
Nos ha propuesto librar en conjunto esta batalla el combativo Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
A todas esas fuerzas revolucionarias les expresamos nuestro saludo y nuestro reconocimiento más emocionado.
COPE, UNA PATOTA ELECTORERA
Ahora examinemos lo que representa realmente esa mal llamada "Confederación Democrática".
Esta Confederación Antidemocrática -nombre que mejor le calza- es en realidad una murga politiquera. Es una patota electorera llena de odios y rivalidades personales. Sin programa, sin doctrina, sin principios. Unos y otros se mastican, pero no se tragan. En sus filas se dan la mano reformistas, conservadores, liberales, fascistas y delincuentes de cuello y corbata. A estos pintorescos "Confederados" sólo los une el bolsillo.
Y los une también su sumisión al imperialismo.
¡Pero, sobre todo, los une su inmenso odio y temor al pueblo, odio y temor que disfrazan bajo la hipocresía de la demagogia y el populismo reformista!
FREI Y JARPA SON LO MISMO
Todos conocemos a sus líderes más destacados: Eduardo Frei y Onofre Jarpa. Freí y Jarpa son lo mismo. Ambos tienen Una mentalidad reaccionaria. Ambos representan por igual los intereses de los grandes monopolios y el imperialismo.
La gran alternativa histórica en Chile y América Latina es bien clara: ¡Socialismo o fascismo!
¡Jarpa y Frei representan al fascismo!
Hay que tener cuidado con la propaganda reaccionaria que pretende presentar a estos caballeros como gallinas de distinto corral.
Pero, vean ustedes: ahí los tenemos una vez más, juntos, cobijados bajo el mismo techo.
¡El ilusionismo populista de Frei ya no engaña a nadie! Durante sus seis años de gobierno el reformismo democratacristiano quedó al descubierto como la gran estafa. A Frei se le cayó la careta reformista y apareció tal como ha sido siempre: un reaccionario más, un representante de la burguesía, servidor incondicional del imperialismo.
O sea, exactamente igual que un Onofre Jarpa, quien al menos tiene el mérito de no ser políticamente hipócrita.
La millonaria propaganda de Frei y Jarpa pretende presentarlos como disputándose entre ellos la primera mayoría en Santiago.
¡Pero no sean ilusos!
La realidad es que la primera mayoría será para el pueblo, porque el pueblo es mayoría.
¡Y nosotros representamos legítimamente al pueblo!
EL MERCADO NEGRO
Camaradas:
Una de las expresiones más dramáticas de la lucha de clases en estos momentos gira en torno al problema de los alimentos.
Todos sabemos ya cómo el imperialismo norteamericano y los organismos financieros internacionales que controla nos han privado de importantes créditos utilizados para la importación de alimentos.
Igual como hicieron con Cuba, también quieren bloquear a Chile por hambre.
Para ello han recurrido al boicot de la producción agrícola, a la matanza indiscriminada de animales destinados a la reproducción, al contrabando masivo de vacunos hacia los países limítrofes.
Pero sobre todo, y gracias al poder que les da el dinero, han montado vina compleja, vasta y odiosa maquinaria de mercado negro.
¿Por qué en estos momentos miles y miles de modestas dueñas de casa se ven en la obligación de hacer colas interminables?
La explicación es una sola: Mercado Negro. ¿Qué es el mercado negro? Es una táctica más de la reacción destinada a sitiar por hambre al pueblo y responsabilizar al Gobierno y a los partidos de la Unidad Popular del desabastecimiento.
Mercado negro es -en dos palabras-acaparamiento y especulación.
Los únicos que tienen dinero suficiente para acaparar son los capitalistas.
¡Ningún trabajador tiene tanta plata para comprar el aceite por tambores, la harina por toneladas y los zapatos por centenares! ¡Ningún trabajador tiene galpones para ocultar el acaparamiento! ¡Ningún trabajador tiene camiones como para transportar productos acaparados!
Por culpa del acaparamiento y de la especulación capitalistas el pueblo se ve obligado a formar colas ante los almacenes. Por la misma razón, algunos productos de consumo popular prácticamente han desaparecido de los almacenes, ¡pero esos productos están escondidos en las bodegas de los traficantes del mercado negro! Y esto se genera a pesar de que la producción nacional y las importaciones de estos productos que escasean sé han incrementado en forma notoria.
La producción nacional de leche, aceite, harina, fideos, azúcar, cigarrillos, para fina, por ejemplo, ha experimentado aumentos que fluctúan entre el 25 y el 40 por ciento con relación a 1970. A pesar de tan importantes aumentos, éstos y otros productos esenciales siguen escaseando en los almacenes, ¡pero no escasean en el mercado negro!
Los trabajadores han realizado grandes sacrificios para elevar la producción, pero sus esfuerzos van a parar al tonel sin fondo del mercado negro por la vía de los comerciantes inescrupulosos. Esto nos está revelando que los aparatos de distribución que controla la burguesía están abasteciendo descaradamente el mercado negro.
Estamos presenciando cómo la Derecha especula y lucra para cumplir con su ley de la máxima ganancia.
De todo esto se desprende que solamente los trabajadores -que no se rigen por la ley del lucro- tienen la moral para controlar la producción y la distribución.
El imperativo de este momento es que los trabajadores defiendan y fortalezcan sus propios canales de distribución, única fórmula para impedir el mercado negro. La solución definitiva será la creación de un mecanismo que garantice el abastecimiento de cada familia.
Pero mientras esto no se resuelva, debemos mantener los canales de abastecimien¬to que los trabajadores ya se han dado: economatos y cooperativas en las industrias y en el campo, y las JAP en las poblaciones.
EL PODER POPULAR
El plantearnos la salida política como única respuesta posible a las dificultades económicas, nos conduce a una conclusión:
La gran tarea de los revolucionarios de dentro y fuera de la Unidad Popular es volcarse de lleno al trabajo de masas, en la perspectiva de fortalecer la unidad del pueblo y generar el Poder Popular.
Esta tarea implica impulsar resueltamente las formas embrionarias de poder que los propios trabajadores se han dado a través de los Comandos Comunales, los Cordones Industriales y los Consejos Comunales Campesinos.
¡Y si somos consecuentes con esta tarea, tenemos la obligación de entregar a estos organismos poder de decisión efectivo para que los trabajadores resuelvan sus problemas!
¡Entregar poder de decisión y control que haga realmente irreversibles no sólo cada una de las medidas del Gobierno en forma aislada, sino el conjunto de las realizaciones y avances del proceso revolucionario chileno!
Si ello significa desarrollar formas de racionamiento en la distribución y su control por las organizaciones de masas, estamos de acuerdo!
Debemos concluir que dado el grado de agudización de la lucha de clases, dada la conducta de los enemigos internos y externos, dada la correlación de fuerzas concreta, la normalidad económica resulta imposible sin definir previamente el problema político del control del poder.
¡No se pida resolver el desabastecimiento o detener la inflación en un país convulsionado por una lucha de clases -a nivel de una situación revolucionaria- mediante mecanismos administrativos o tecnocráticos!
¡No es el éxito económico el que abre un camino político! ¡Será la solución política que defina el control del poder la que permitirá resolver los problemas económicos!
NUESTRO PARTIDO
Camaradas:
El pueblo de Chile es contemplado hoy por los ojos esperanzados de millones de explotados de Latinoamérica y el mundo. Porque la lucha del pueblo de Chile, nuestras victorias, nuestras derrotas, son victorias o derrotas para todos los pueblos oprimidos y explotados de la Tierra.
El Partido Socialista, vanguardia del pueblo de Chile, debe estar a la altura de su responsabilidad histórica.
¡El Partido Socialista estrechó sus filas junto a los trabajadores para derrotar al fascismo en las jornadas de octubre! El Partido Socialista tiene el imperativo de aplastar la reacción en la gran batalla de marzo.
Nuestro Partido es el crisol donde se funde la rica experiencia de los viejos luchadores con la savia rejuvenecedora de las nuevas promociones.
En estas horas debemos ser dignos de los heroicos campaneros que han caído durante esta larga lucha. Héctor Barreto, Carlos Cortés, Elmo Catalán, Salomón Corbalán y tantos otros, ¡no han sacrificado sus vidas en vano!
Hoy proclamamos a los candidatos de nuestro Partido, pero no como personas solamente, ¡sino como banderas revolucionarias de nuestro pensamiento!
¡Como banderas de nuestra decisión inquebrantable de profundizar sin vacilaciones el proceso, de avanzar sin transar! ¡Como banderas de nuestro compromiso con el naciente Poder Popular! ¡Como banderas de nuestra decisión irrenunciable de conquistar la gran Patria Socialista!
Necesitamos- un Congreso que sea un instrumento eficaz en el tránsito de Chile hacia el socialismo.
En esta nueva batalla, debemos desplegar nuestra máxima capacidad, organización, audacia, disciplina, imaginación y sacrificio.
Nuestro Partido, nuestros dirigentes, nuestros militantes, debemos asumir con responsabilidad histórica esta nueva tarea de la gran guerra de clases.
¡A fortalecer y ampliar las organizaciones de masa en las cuales descansa el futuro Poder Popular!
¡A convertir esta campaña en un salto adelante en el camino hacia la conquista del poder para los trabajadores!
¡A jugarse enteros, militantes y candidatos de nuestro Partido, ligados estrechamente a las masas, recogiendo sus inquietudes y llevándoles respuestas concretas a sus problemas!
¡Pasemos a la ofensiva, dando una batalla sin cuartel contra los reaccionarios y los reformistas!
¡Limpiemos el proceso de burócratas, de vacilantes, de conciliadores!
¡Aprovechemos esta coyuntura para acelerar y profundizar revolucionariamente este proceso!
¡A luchar, socialistas!
¡A avanzar sin transar!
¡Viva Chile!
CARLOS ALTAMIRANO

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